La boda de Laura y Iñaki en Berantevilla, Álava

El día de nuestra boda

Día lluvioso, con nubes grises y un atraso de 30 minutos de la novia... Bienvenidos al que iba a ser el mejor día de mi vida. Todo comenzó la noche anterior. Mis amigos, como no, quisieron organizarme una cenita, ya que alguno venía de Barcelona, como último día de soltero. Quién me mandaría ir… Acabé con la pantalla del móvil contra el suelo (no os específico como acabó), yo con un sueño de campeonato y el reloj marcando casi las 14:00 horas.

Y, por fin llegó el día de la boda, no como tú piensas, sino practicando a todo correr el baile, aquel baile que toda novia quiere que sea único y perfecto, y yo sin haberlo practicado por dejarlo hasta último momento. ¡En la ceremonia todo genial! Menos que la novia no llegaba... claro, y yo sin móvil, y adivinando que la novia vendría por amigas que habían estado con ella. Por fin, allí estaba ella, de blanco, guapa, única, ¿de verdad estaba ocurriendo esto? La lluvia amainaba y las nubes nos daban permiso para casarnos. Todo salió genial, es decir, salí casado... Eso no quita mi nerviosismo, miss tembleques y la gente riéndose al no encontrar los anillos en mi bolsillo, pero ya estaba casado con ella, con la mujer que amaba camino al banquete bajo el cuidado de mi guardaespaldas (la cámara).