La boda de Katie y Timo en Peralada, Girona

Al acabar en la “pelu” y salir pareciendo una princesa de cuento, fuimos a buscar las flores y vinieron los fotógrafos, los videógrafos y llegó mi otra dama de honor y ya empezó todo. ¡Luces, camera y acción!

Ya había llegado la hora de quitar ese pedazo de vestido de la percha y de ponérmelo. Después de tantas pruebas, había llegado el día de ponerlo y no quitármelo hasta que nos tocaba ir a dormir.

Vestido puesto, flores a punto, coche a fuera y toda la calle llena de gente, ¡nos vamos!

Un coche de lujo, un RR del 1933 me esperaba fuera toda llena de flores, Mira que el coche es grande pero me costó entrar con tanto vestido. A 80km/h fuimos haciendo camino hasta Peralada. Todos los coches pasaban pitando y saludando. Fue súper agradable.

¡Al llegar empezaron los nervios! Boca seca, ¡me temblaba todo! Pusieron la música y empezamos a pasar por el pasillo hasta el altar. Miraba hacia un lado y veía a alguien llorando (y yo pensando mierda no llores, aun no), así que cambiaba la mirada de lado (otro llorando así que volví a cambiar) hasta que decidí mirar hacia el altar y buscar al hombre que tenía mi corazón robado, ¡pero entonces sí que me puse nerviosa! Qué nervios, qué sensaciones, acabé mirando el suelo hasta que llegué a su lado. Después de una ceremonia preciosa y una sesión privada de fotos nos tocaba volver al castillo y empezar con el aperitivo.

Ya os he dicho que las horas vuelan así que pareció que no tuvimos tiempo de nada pero por suerte logramos hablar con todo el mundo (y probar algo de la comida entre besos y sonrisas).

¡Luego más fotos y a comer más!!! Os aviso ahora a quien le preocupe, no vais a pasar hambre, ni tampoco vais a comer mucho. Mi ahora marido es cocinero, así que si algo le preocupaba era la comida y él no logró probar todos los aperitivos ni fue capaz de comerse el entrante, el segundo y el postre.

Para hacer llorar un poco más a los invitados, dimos regalos, algunos nos dedicaron unas palabras y en todo momento tuvimos una sonrisa de oreja a oreja.

Después de todo esto era hora de empezar con la fiesta. Para salir de lo "normal" hicimos el baile lento, típico, romántico y bonito que creo que no tiene que fallar pero luego para ir animando a la gente, cambiamos la música e hicimos todo una coreografía que llevábamos meses aprendiendo. Y ahora sí, ¡fiesta!

En definitiva, fue un día espectacular, inmejorable, impresionante y mágico. ¡Faltan palabras para describirlo! ¡Todos los proveedores que tuvimos fueron geniales y los recomiendo al 110%!

Gracias a bodas.net por su ayuda, por dejarnos compartir la experiencia y para ayudar a hacer realidad los sueños.