La boda de Julio y Mari Carmen en Alalpardo, Madrid
Al aire libre Verano Fucsia 8 profesionales
J&M
26 Ago, 2017El día de nuestra boda
No me canso de repetirlo, el día más bonito de nuestras vidas.
Para ponernos en situación, mi boda era civil y legal, a las 20:00. Ceremonia y cóctel al aire libre, cena en el salón y baile en la discoteca. El día anterior ya había recogido mi vestido y me fui a dormir a casa de mi madre. Estuvimos tomando unas copillas en casa, las dos, de cháchara hasta las mil.
Ya el sábado me desperté con toda la calma, sobre las 08:30 de la mañana, desayuné con mi madre, ella se fue a la pelu y yo me fui a dar una vuelta a un centro comercial cercano, ya que tenía que comprar unas cositas para la luna de miel. Compré unos sándwiches y me los llevé a casa para comer con mi madre y mi padrino. Mi padrino de nacimiento fue también mi padrino de boda.
Sobre las 15:00 nos fuimos a la finca, porque yo me arreglaba allí y ellos tenían habitación para dormir, así que la aprovecharon para arreglarse. Estuve con mi wedding planner, que pertenecía a mi finca, Retamares, me enseñó cómo estaba montado el salón, nos fumamos un cigarro juntas y me metí en mi habitación para darme una duchita y empezar a maquillarme. Sí, me maquillé yo. Lo mejor que pude hacer, fue mi momento de relax, con música puesta a tope y haciendo mi paso a paso tranquilamente. Me curré un maquillaje super especial en el que tardé cerquita de hora y media.
Seguir leyendo »A las 18:00 llegó mi peluquera, qué encanto de chica, de verdad. ¡Qué dulce y qué bien trabaja! Empezó a hacerme mi trenza y yo mientras andaba wasapeando y aproveché para liarme unos 15 cigarros, porque yo y mi ahora marido fumamos tabaco de liar y me imaginé que nos sería útil para luego. ¡Y así fue! Yo había dicho que no quería a nadie en mi cuarto hasta las 19:00, que era la hora a la que habíamos calculado que acabaría mi peluquera. Lo hice así porque ya sabemos cómo son estas cosas, empieza a entrar gente en tu cuarto mientras te arreglas y al final te ponen más nerviosa de lo que estás. Me puso mi tocado y justo llegaron mi hermana y mi madre para vestirme. ¡Qué guapas estaban! Ahí fue el único momento en el que me puse nerviosa, desde ahí hasta salir.
Llegó mi padrino, estaba nerviosísimo y super emocionado, pobre, ¡es tan bueno y nos queremos tanto! También llegaron las niñas que llevaron mis alianzas y un cartelito de “Aquí viene la novia”. Su madre, que es mi cuñada, me decía muy emocionada que estuviera tranquila, que iba guapísima y que todo iba a salir genial. Ella también iba preciosa y las niñas como dos muñecas.
Ya solo quedábamos en el cuarto las niñas, mi padrino y yo. Vino mi WP y abrió la cortina de mi habitación, por la que yo salía directa a la ceremonia, nos colocó en posición y dijo por su walkie-talkie: canción de entrada de la novia. Sonó mi canción, vislumbré a la gente esperándome y ahí se me encharcaron los ojos de lágrimas. Miré a Isabel y recuerdo decirle: ¡tía, qué emoción! Ella me dijo: tranquila, respira y sonríe. Me ayudó a salir, me colocó el vestido y ahí comencé mi paseíllo.
No sé cómo lo hice, ¡pero me tragué el sentimiento y sonreí! Solo miraba a la gente que me decían al pasar: ¡guapa, guapa! ¿Os podéis creer que no vi a mi novio hasta llegar al altar? ¡Los santos nervios! Y cuando le miré, estaba super emocionado, tenía los ojos llenos de lágrimas. Jamás le vi así, y me decía, ¡qué guapa! Y yo le contesté: ¡y tú! Nos dimos la mano y nos sentamos.
La ceremonia fue genial, estuvo super bonita. Leyó una amiga mía, una historia sobre amazonas. Nosotras siempre decimos que nosotras no somos princesas, somos amazonas (como el cómic de Wonder Woman). Nadie entendería nada, pero ella y yo sí, y fue super gracioso porque me regaló una espada de amazonas, yo me partía. Luego leyó un amigo de mi chico, que me dedicó unas palabras geniales, todo el mundo lo recuerda como un homenaje hacia mí. Para que os hagáis una idea, una de las frases que me dijo y eso hizo que mis lágrimas saltaran, fue: “Todos los amigos, cuando uno de los nuestros se echa novia, tiene miedo a que ese ovni en forma de mujer que le abduce, se lo lleve para siempre, a día de hoy todos nosotros consideramos, que no sólo no hemos perdido a nuestro amigo, sino que contigo, hemos ganado una amiga”. ¿No es algo precioso? Se me sigue poniendo la piel de gallina.
Después del sí quiero, el intercambio de anillos, de nuestro primer beso de casados, hicimos la ceremonia de los globos. Una amiga mía leyó un texto super bonito en el que se compara el amor con los globos, con la canción de la peli Up de fondo, y al soltarlos, todos pedimos un deseo. Quedó precioso. Firmamos nuestro compromiso, recorrimos la alfombra con una lluvia de pétalos y de confeti y empezó el cóctel.
Yo comí un montón, es tremendo lo poco nerviosa que estaba, ¡cómo disfruté! Siempre con mi cerveza y mi piti en la mano, hablando con todo el mundo (es lo bueno de una boda de 85 personas, que lo disfrutas con la gente mucho más) y haciéndonos fotos por el mirador. Me han dicho tantas veces lo espectacular que fue el cóctel durante este tiempo, que estoy super orgullosa del sitio que elegimos.
Entramos al salón para cenar, como pusimos una canción de Calvin Harris llamaba a la fiesta, así que sobre la marcha, ¡nos vinimos arriba y entramos bailando! Y mira que bien, porque nosotros primer baile no teníamos, esto suplió el momento un poco. ¡Alguna foto y a cenar! Entre plato y plato no parábamos, teníamos ganas de relacionarnos, íbamos a las mesas, a fumar, a hablar con la maitre, a hablar con la WP. ¡Estábamos a tope!
Y después empezó el baile, la barra libre, el fotomatón. Y más tarde la recena. Sin parar de bailar, de beber, de reír, de echarnos fotos. Fue una gran fiesta, nuestra fiesta. Cuando dejamos a la gente en el último bus, y ya mi marido y yo íbamos para nuestra suite, comentábamos lo rápido que se había pasado pero lo genial, por otro lado, que había sido todo.
Me sorprendió mucho cómo la gente valoró todo lo que había preparado, me repitieron muchísimas veces que cómo me lo había currado. La ilusión que me hizo al ver vacías las cestas de los conos y de los paipáis, la lucha por coger un kit de supervivencia o una chapa, las felicitaciones por haber hecho un regalo solidario. Todo encantó y mi satisfacción voló (y sigue volando) por las nubes.
Yo echo la vista atrás y solo puedo pensar en lo bien que salió todo, lo bien que lo pasamos, cómo lo disfrutamos y lo felices que estábamos. Fue un día genial, y lo vuelvo a repetir: el día más bonito de nuestras vidas.
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