La boda de Jonathan y Carlos en Petrer, Alicante

A la vez, mientras nuestros invitados tomaban el cóctel de bienvenida con una enorme mesa de quesos que presidía la zona, sonaban por megafonía avisos de salidas y llegadas de vuelos, como si de un auténtico aeropuerto se tratase. Además, había varías chicas figurantes que se paseaban con maletas y mochilas como si de verdad fuesen a tomar un vuelo, para crear un ambiente más real. Una vez todos los invitados tenían su avión y sabían su destino, al finalizar el cóctel se abrían las puertas de entrada al salón donde podía escucharse una megafonía de aeropuerto anunciando las llegadas a los diferentes destinos, con una pantalla de 3x2m al fondo que emitía anuncios de los países que iban a visitar y dando las gracias por acompañarnos en este día.

Dada la situación sanitaria, también emitía consejos de higiene para mantener la distancia de seguridad y el uso de gel hidroalcohólico. Los centros de mesa representaban cada uno de los países asignados a cada mesa, y cada uno de los invitados debía encontrar el suyo. Una vez llegaban a su país, como cubreplatos encontrarían un folleto que explicaba las atracciones turísticas y/o curiosidades que el centro de mesa representaba de cada país. Cuando ya todo el mundo estaba sentado, la pantalla principal emitió un aviso de bienvenida a todos nuestros invitados y empezó a sonar una música con un vídeo sobre nosotros, y los figurantes con maletas se convirtieron de repente en un ballet que dio vida y espectacularidad a ese momento.

Cuando la canción terminó, nosotros apareciamos por lo alto de las escaleras situadas justo detrás de la pantalla para saludar y dar la bienvenida a nuestros invitados.A lo largo del convite la pantalla se utilizó para proyectar diferentes vídeos para diferentes momentos que habíamos preparado: el regalo a nuestras madres, el regalo a los amigos, el momento de la tarta, el regalo de los novios y nuestro baile nupcial.