La boda de Javier y Isabel en Sabadell, Barcelona

Recuerdo que a tan solo 20 minutos de llegar para comprometerme eternamente, se me empezó a encoger el estómago de una manera tan bestia que me dieron ganas de bajar del coche y echar a correr, creo que con tanto jaleo de invitados durmiendo en casa y tal no tuve tiempo de ponerme nerviosa hasta el último momento.

Llegado allí, ya estaban todos dentro esperándome, el único que no, mi padre que estaba esperando con mi hija de 6 años para entrarme.

Y me gustó entrar en la sala viendo la cara de todos en especial de mi pareja, al compás de la canción de juego de tronos, que me encanta. Fue muy especial y la ceremonia del ayuntamiento es una pasada, sencilla, personal y muy amena y alegre. Yo estaba tensa como él o más, hasta que nos pronunciamos y mi princesa nos trajo los anillos, eso fue muy bonito. Él, yo y mi hija, los demás también, pero ellos, lo mejor de mi vida.

Entonces ya después de firmar los papeles, nos sacaron al balcón del Ayuntamiento y allí vimos a todos y todas esperando para tirarnos arroz y pétalos de rosa. Acabemos de hacernos las fotos y uno de nuestros testigos y su pareja, que fue el mismo que me llevó, nos llevaron en el coche nupcial y partimos sin demora hacia el restaurante a hacernos las fotos y a esperar a los invitados. Ya que ellos tenían que volver desde Montcada y Reixac a Sabadell para dejar el automóvil y coger un autocar que salía a las 19.30 h con todos los demás, que habíamos pagado entre todos para que nadie tuviese que conducir al retorno por la noche.

Llegados allí, comencemos a hacernos nuestro reportaje de fotos mientras la gente llegaba y rodeada de vegetación y mi estilo de vestir, me sentí como una elfa, además de pasármelo pipa con mi pareja haciéndome fotos. Bajemos las escaleras para seguir haciéndonos fotos con los invitados que llegaban en puñados y cuando llegó el autocar y acabemos ya todas las fotos empezaron a entrar los invitados al pica pica, mientras nosotros esperábamos que estuviesen todos dentro para hacer nuestra entrada triunfal.

Entramos en el pica pica y a la entrada nos recibieron con un cóctel mientras nos esperaban todos que ya estaban comiendo y nosotros para arriba y para abajo, que si este que si el otro, todo el mundo quería hablar, y de comer nosotros poco aunque la verdad es que la gente ya estaba llena antes de empezar el banquete.

Mientras todos entraban, nosotros esperábamos en la terracita de fuera hasta que el metre nos avisó de que nos tocaba entrar y ahí estaba, nuestra entrada con la canción de unas de las mejores pelis: “Regreso al futuro” la banda sonora, ya que todas las canciones elegidas fueron de nuestra decisión tanto en el ayuntamiento como aquí. Y allí estábamos yendo de camino a la mesa nupcial donde parecíamos reyes en nuestro tronos, el salón era una pasada, la decoración, fenomenal, y la verdad, solo tengo agradecimientos para ese restaurante que nos montó la boda de nuestra vida, no podía ser más perfecta.

Llegó el 1º plato, unas deliciosas flores de melón con jamón; luego el 2º plato, que fue ternasco de cordero jugosísimo con guarnición y la verdad es que nuestra elección gustó muchísimo, fue muy acertada, además de que se podía repetir. Tuvimos un par de problemas con los platos, porque dos chicas alérgicas al melón y un chico que no comía cordero pensaban que no comerían pero, una vez más el problema se resolvió hablando con el jefe de sala que al instante tenían otro plato de su gusto y a la par que todos y no hubo ni queja ni incidente, todos quedaron contentos.

Primero entró una destilería para traernos el champán e hicimos el brindis en la pista en cálices, muy a lo edad media y eso me gustó. Entonces llegó el pastel en un carruaje precioso con sus bengalas y todo muy espectacular, mientras se escuchaba el “Ganga Style” de fondo y nos dieron la espada para que juntos hiciésemos los honores y me sentí genial junto a mi esposo, estas son cosas que no se olvidan, y comenzamos a comer la tarta, que era una mousse de crema catalana con natilla, riquísima.

Poco después llegó la hora de repartir los regalos que la mayoría habíamos preparado nosotros mismos en casa. Primero fueron los tres ramos del coche que habíamos pedido a la floristería, una para la abuela materna, otro para la abuela paterna y otro para mi suegra. Después mi ramo, que era precioso, se lo regalé a una de las parejas que vinieron, unos de nuestros mejores amigos y que ellos no se esperaban. Una de las tres parejas de novios que teníamos que entregar eran para los primos de mi marido que se casan en septiembre de este año, otros para unos amigos de Asturias que queríamos dárselos y los especiales, que nos costaron de encontrar un mes al menos y los encontré en una tienda de Martorell llamada Jossa 2, y la verdad es que les encantó ya que no se lo esperaban. También regalamos a otro primo de mi pareja una cesta de bebé porque están embarazados y la hicimos nosotros con toda la ilusión del mundo y por último los niños que les habíamos preparado dos pasteles de chucherías, además de una bolsa para cada uno. Luego repartimos los detalles a hombres y mujeres que eran muy originales: a los chicos, un puro bolígrafo, y a las chicas, unas toallas que parecían pastelitos.

Y llegó la hora del baile, el momento esperado. Allí cogidos, bailando, abrazados, nosotros dos y una preciosa canción de Phill Collins que habíamos elegido los dos, bailemos abrazados y quería que nunca acabase ese momento y me encantó. Y de pronto comenzó la hora de la fiesta, barra libre y etc. y como ya podéis imaginar acabemos todos felices, a gusto y encantados de que todo saliese tan bien, tan perfecto, tan especial. A las 3 de la mañana nos vino a buscar el autocar y nos llevaría de retorno a nuestra casa después del mejor día de nuestras vidas. Y aún nuestros amigos nos dicen que por qué no montamos otra. Hemos dicho que esperamos que para las bodas de plata lo volvamos a celebrar.