La boda de Jaime y Maria en Caleta De Famara, Las Palmas
En la playa Verano Morado 7 profesionales
J&M
27 Ago, 2016El día de nuestra boda
Nunca imaginé que fuera a casarme y mucho menos que se convirtiera en uno de los mejores días de mi vida.
Ni siquiera fue una pedida cuando lo decidimos, simplemente le dije que ya sabía que quería pasar el resto de mi vida con él.
Y ahí estábamos, en menos de lo que canta un gallo nos vimos organizando una celebración, porque es lo que pretendíamos, un día en el que disfrutara hasta el apuntador, en el que todos fuéramos protagonistas.
Nos distendimos en una preboda poco convencional, una pequeña ruta turística para todos aquellos que nunca habían estado en Lanzarote y un chalet con piscina y catering, 80 personas disfrutando de un picoteo, baños al sol y en playa Mujeres en Papagayo, un paisaje idílico.
Prontito fui a prepararme, ducharme y lavarme el pelo después de tanta piscina, playa y arena. Todo iba según lo previsto, pero el peluquero decidió no aparecer, ¡horror! Bueno, horror para mi prima, la wedding planner y maquilladora. Yo estaba nerviosa pero pensé que no valía la pena padecer por un peinado, si acaso cogía la plancha y me hacía un par de tirabuzones. Ya maquillada y a punto de sobrepasar el timing, encontramos una peluquería donde me peinaron encantadas en menos de 45 minutos (digamos que el peinado no duró lo previsto, pero sí lo justo).
Seguir leyendo »El pobre fotógrafo estuvo conmigo todo el tiempo, después de haber dejado bien preparado al novio, junto con el resto de invitados en los autobuses camino a la ceremonia.
Con el estrés del momento todo el mundo excepto mi prima, mi primo que hacía de chófer, el fotógrafo y yo, salió corriendo a la playa. Y así me quedé, sola con el fotógrafo para abrocharme el vestido, sudando a mares, poniéndome un sujetador de plástico que luego acabé quitándome.
Finalmente, tras unas cuantas fotos que dio tiempo a hacer (solo unas pocas), salimos corriendo en el coche que nos había conseguido otra prima mía, un pequeño descapotable al que no tuvimos oportunidad de quitar la capota gracias a unas nubes que hicieron acto de presencia en ese mismo instante.
De camino recogimos a mi padrino, mi mejor amigo. Meses antes mi padre había fallecido, estaba tan ilusionado por la boda... Así que mi amigo recogió el testigo con mucha ilusión, nunca se imaginó hacer un papel tan importante. Nada más entrar en el coche se echó a llorar al verme, así que las lloreras empezaron pronto.
Al llegar a la playa todos esperaban en medio de la arena, bajo unas nubes grises y un mar en calma, pero con un fondo espectacular al que los nubarrones no hicieron ninguna sombra. Caminando al lugar me acordé de mi padre y mi amigo me dijo que no me preocupara, él estaba allí y que mirara hacia delante, a toda esa gente que me quería. Mi madre vino a acompañarnos y así entré, llorando como una madalena, abrazando a mi futuro señor, con Moonlight Serenade de fondo.
La ceremonia fue corta, pero muy emotiva, hicimos llorar a todo el mundo, entre el recuerdo de mi padre, las palabras de nuestros mejores amigos, las lágrimas de mi madre y nuestros votos. Pero ya estaba bien de lloros, tras el largo beso del final salimos bailando The Wedding Samba, aquello era un comienzo.
Entramos al cóctel con Bittersweet Simphony, que nos subía el ánimo y acabó en una ovación. No pude comer apenas de lo emocionada que estaba. Entre bocado y bocado fuimos repartiendo regalos, hicimos un especial comentario a mis primas, organizadoras de la boda, regalamos a los niños cámaras desechables para hacerles ser los fotógrafos de la noche, las madrinas recibieron una cajita con nuestras fotos y una pulsera hecha de mi vestido, el padre del novio un viaje por Francia, las parejas casaderas un detalle gracioso.
Bailamos con una banda folklórica en la que momentáneamente me integré para dedicarle a mi chico Noches de Boda, ya que le gusta que le cante y nunca lo hago. Mi prima también dejó constancia de su voz como regalo y bailamos al son de la música escogida por el novio. Como pequeño colofón habíamos ensayado unas horas antes el baile, a duras penas reproducido, de Lindy hop, danza practicada por el novio, con In The Mood y Saturday Night, por lo que en general la fiesta estuvo muy animada.
Mi vestido sufrió las consecuencias del desmadre, no sabía ni como recogérmelo, el peinado cayó a causa del sudor y la gravedad, milagrosamente el maquillaje perduró y todo el sufrimiento, las prisas, las discusiones, las decisiones y las dudas se disiparon y valieron la pena.
Nos quedamos con ganas de más... Pero esperamos poder repetirlo en algún aniversario.
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