La boda de Héctor y Elisabet en Sant Francesc De Formentera, Islas Baleares

Antes de nada entregamos en persona una invitación que era una tarjeta de embarque de avión, donde les informábamos del programa de los 3 días de boda. Además, les entregábamos una chancla de playa con la imagen que habíamos creado para la boda, que era la isla de Formentera y les explicábamos que si querían la otra chancla tenían que venir a Formentera y allí se la entregaríamos.

El primer día, el viernes, la familia llegaba a mediodía y nos fuimos directamente a hacer una paella en un chiringuito de la playa con vistas al mar; por la tarde firmamos en el Ayuntamiento de Formentera, junto con los más cercanos, después nos fuimos a ver la puesta de sol a “Es cap de Barbaria”, donde llevamos copitas de plástico y barreños con hielo y botellas de cava para hacer un brindis mientras se ponía el sol. Después nos encontraríamos en la casa que habíamos alquilado con los amigos y allí organizamos una gran fiesta de bienvenida con una barbacoa para los 40 que éramos. La fiesta también incluyó chapuzón al novio en la piscina ¡y un manteo a la novia!

El sábado todos disfrutaron de un día maravilloso en esta paradisíaca isla y a la hora de la puesta de sol, Héctor y yo nos encontramos en la playa de Mitjorn, donde el sol, el mar y todos los invitados serían testigos de nuestra unión que el capitán Ignacio presidiría. Después de esta ceremonia tan romántica, el Chiringuito de Nacho Vidal "el Flipper & Chiller". Nos habían preparado un exquisito aperitivo en la terraza, donde todos juntos veríamos una maravillosa puesta de sol.

Durante la cena les explicamos a todos la sorpresa que les teníamos preparada para el día siguiente, es decir, en que consistía el "Dominguero's Day" y sobre todo ¡para que servirían las chanclas!

La noche terminó, como no, con una gran fiesta donde todos bailamos y bebimos hasta que nos dejaron :-) ya que por un tema de la ley de costas solo podíamos hasta las 2.

El domingo nos encontramos todos en la gasolinera a las 11 de la mañana y desde allí, todos juntos en coches y motos nos dirigimos muy cerca del puerto. Teníamos preparadas 10 lanchas a motor, donde los instructores nos explicarían como conducirlas y así todos juntos nos iríamos hacia “Espalmador”, un lugar paradisíaco, donde si la marea está alta solo se puede acceder en barcas. Llevábamos bocadillos, refrescos, sombrillas...¡el típico domingo de playa! Allí quien quiso fue a buscar la zona donde puedes hacerte los baños de barro. ¡Aquel día estuvo genial!

Al regreso por la tarde cada uno ya se organizaba para hacer lo que quisiera, pero lo curioso es que al ser una isla muy pequeñita, muchos coincidimos en el mercado de la Mola y en una terraza ¡acabamos todos sentados charlando!

El lunes, que era festivo en Barcelona la gente ya iba regresando poco a poco a sus casas. Nuestras familias aun disfrutaron de un día entero hasta la tarde que ya se marcharon.

Héctor y yo todavía nos quedamos unos días más a disfrutar de nuestra luna de miel.

Fue muy curioso porque estuvimos recordando todos los días lo bien organizado que había estado todo, lo bien que había salido, y sobre todo, lo bien que funcionó el restaurante, las flores, la peluquería, las casas alquiladas, la carnicería, el fotógrafo... Todos los que estuvieron implicados que en nuestro caso no solo fue un lugar. ¡Hasta el tiempo fue excelente!

Lo más bonito fueron todos los mensajes que recibimos de amigos y familiares donde nos decían lo bien que se lo habían pasado. Así que también os quería dar las gracias a vosotros por vuestra web que nos ayudó muchísimo.

Muchas gracias

Elisabet