La boda de Goyo y Mª Ángeles en Zaragoza, Zaragoza
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G&M
22 Ago, 2015El día de nuestra boda
El día comenzó bien: maquillaje, peluquería, y fotos en casa con mi familia. Toodo según lo previsto. Pero lo increíble y surrealista estaba por llegar.
Yendo mi padre y yo hacia la iglesia en el coche antiguo que habíamos contratado, se pinchó una rueda, ¡no me lo podía creer! El coche parado en medio de la calle a mitad de camino de la iglesia, ¡a tan solo diez minutos de la hora de la ceremonia! El chófer dijo que cambiaría la rueda en un momento, pero todos sabemos que en diez minutos no se cambia una rueda y además se llega a la iglesia. Como el cura nos había advertido que debíamos ser muy puntuales para no solaparnos con la siguiente ceremonia, mi padre dijo que la única opción que teníamos para llegar a tiempo era coger un taxi. Así que el hombre se bajó del coche y como en ese momento no pasaba ni uno, se acercó a la calle de al lado a por uno. Enseguida paró el taxi al lado del coche de boda y me cambié de vehículo. La cara del taxista era un poema, estaba flipando, ¡y no era para menos! Así que llegué a tiempo, eso sí, ¡pero en taxi! La gente flipando también en la puerta de la iglesia… Pero bueno, si me hubiese esperado al cambio de rueda para llegar cual princesa de cuento de hadas, hubiese llegado media hora tarde.
Seguir leyendo »Con los nervios desorbitados entré a la iglesia del brazo de mi padre. Pese a la aventura para llegar hasta allí, no podía dejar de sonreír al ver a mis seres queridos. Fue muy emocionante cuando llegué al altar, donde mi futuro marido estaba esperándome. La ceremonia salió perfecta. A la salida menos mal que estaba ya el coche a punto esperando, porque me veía cogiendo otro taxi para ir al reportaje de fotos.
Fuimos a hacernos fotos por el casco antiguo de Zaragoza y la rivera del Ebro. Una amiga de mi hermana que nos cuidaba ese día a nuestro perro Toby nos lo acercó y pudimos hacernos fotos con él. Después fuimos al Club Náutico, donde los invitados ya estaban disfrutando de un cóctel al aire libre a orillas del río. Tras el cóctel y hacernos fotos con los invitados, pasamos a cenar a un precioso salón con vistas al Ebro en el que no faltó detalle. ¡Recomiendo el sitio 100%! Hubo sorpresas, regalos, jotas… A continuación bailamos un vals que nos quedó bastante bien, y comenzó la fiesta. En la fiesta toqué con mi primo una samba (somos percusionistas). Todos disfrutaron y pasamos un rato muy agradable en un ambiente familiar, ya que no éramos muchos.
Fue un día especial que mi marido y yo recordaremos con cariño, porque lo más importante fue que toda nuestra familia más cercana y amigos estuvieron presentes. Viendo el vídeo de la boda y las fotos, nos dimos cuenta de que no dejábamos de sonreír ni un segundo, de que no dejábamos de darnos besos y mirarnos con amor. Creo que nunca hemos estado tan felices como ese día.
Solo me arrepiento de una cosa, ¡de no haber ido en taxi a la iglesia directamente desde mi casa! Me hubiera ahorrado el disgusto y un montón de euros, jeje.
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