La boda de Fernando y Beatriz en Valencia, Valencia

Mi padre sin aparecer, ¡se había quedado dormido en la siesta! Al final conseguí hacerme con él y apareció justo a tiempo, a la vez que el coche, con sus flores bien puestas (menos mal porque no podían engancharlas bien). Camino a la iglesia me empecé a tranquilizar porque ya no me sentía tan sola. Cuando llegué a la iglesia estaba todo el mundo dentro y yo buscando quien me colocara la cola. Menos mal que una amiga reaccionó.

Mi marido mirando al altar de lo nervioso que estaba. Llegué y enseguida me cogió la mano. Empecé a pensar que tenía que saborear cada momento porque era mi día y lo mío me había costado. Escuchaba el coro infantil de fondo con un solo de una niña que cantaba como los ángeles, miré las flores, a mis invitados y escuché al cura que nos hizo hasta preguntas.

Estaba muy a gusto porque llegué a tener la sensación de que estábamos sólo nosotros dos y el cura.

Las damitas se portaron excepcionalmente bien. ¡Con la ilu que me hacía alguna de esas anécdotas de damitas que se pierden o dicen algo gracioso! Lo mejor de la boda fue la misa.

Salimos y nos tiraron el arroz y corriendo a Myrtus, el salón. Ahí aún estaba nerviosa y no pude beber nada. Todo el mundo quiere decirme algo y aún tengo la sensación de que no saludé a nadie.

Nada más entrar al cóctel una chica al piano vestida con un traje estilo victoriano, tocó el "Canon" de Pachelbel mientras entrábamos. Al final del cóctel los amigos del novio dispararon un castillo de fuegos artificiales precioso.

Cuando entramos al convite pusimos la canción "Heavie cross" de Gossip. Triunfó bastante. Toda la sala con la luz de las velas para entrar y brindar. Es un sitio increíble, sin columnas que te tapen, con luces ambientales, altavoces que no se ven y un sonido estéreo que da gusto.

Y ya el menú. De primero un lenguado con salsa de bogavante, luego un sorbete de violetas que tuvo mucho éxito. Luego carrillada, que nunca falla, porque para 200 comensales no te la juegas con un solomillo que esté duro o muy hecho o poco hecho o frío. La carrillada siempre se deshace y no tiene grasa ni nervios. El postre fue la tarta para unos y un postre del mismo sabor que la tarta para otros. Así no poníamos postre y tarta y la gente que quería tarta tuvo tarta aunque fuera igual que el postre. El postre también triunfó porque no era nada empalagoso (de chocolate y praliné, de La Rosa de Jericó). Aún me preguntan donde la encargué. La sacamos con la canción de "Alegría" del Circ du Soleil. No la cortamos, sólo la presentamos. Luego repartí los muñecos a mi cuñada y la liga a una amiga.

Los testigos nos leyeron un precioso discurso y con la canción de "Bittest sweet simphony" de The Verve le di el ramo que hice yo la víspera anterior a mi mejor amiga.

Bueno, luego cafés, galletitas y bombones para acompañar, copas, baile y resopón.

Como vals pusimos "The second waltz" y mientras, un vídeo montaje con nuestras fotos detalle de nuestros amigos.