La boda de David y Julia Marylyng en Zaragoza, Zaragoza

Dios mío, ¡qué emocionante! Luego, muy contentos, subimos a la limusina para que nos llevaran a nuestro destino, el restaurante El Chalet, lo escribo en mayúsculas dado que se lo merecen, por sobresalir, una comida exquisita, una atención insuperable, cada uno de los invitados quedó encantados. La mejor de las decisiones fue elegirlos, no cabe duda de que tienen un equipo muy profesional, sacaron 7 platos y un aperitivo. Los invitados miraban con deseo para poder probarlos, nosotros como los principales del evento nos sentíamos dichosos de ver esas preciosas caras llenas de placer al ver cada platillo.

Fue un día maravilloso, pero no terminó después de la comida, de hecho, apenas empezábamos. La familia tenía otra sorpresa, nos llevaron con los ojos cerrados por la calle, nos colocaron cintas de felicidades y unos antifaces, así no podemos ver nada ni saber en qué dirección íbamos, llegamos a un salón de eventos para seguir con el festejo; había música, juegos, más comida, más picoteo, más bebidas, decoración adecuada al evento, en fin, había más de lo que podíamos imaginar, una sorpresa sorprendente, valga la redundancia. Una sorpresa llena de amor y felicidad, de la cual, cada detalle ha sido apreciado en nuestros corazones. Mi esposo y yo no podemos ser más felices, nuestro amor es mutuo, pero lleno de amor de nuestra familia, lo hace que seamos la pareja perfecta gracias a la familia, amigos y compañeros de trabajo. Sabíamos que lo teníamos todo, pero este día fue sorprendente, no cabe duda de que esta unión Nicaragua-España traerá consigo el principio de una nueva y mejor vida para nosotros dos.