La boda de Carme y Sergio en Montrove, A Coruña
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C&S
29 Jun, 2013El día de nuestra boda
El día de nuestra boda fue mágico. Realmente tuvimos dos días de boda. Como la familia de mi novio y parte de nuestros amigos son de Madrid, (donde vivimos nosotros) y yo me casaba en Coruña, de donde soy, tuve claro que quería un sitio con alojamiento. Así que escogimos un pazo, antigua casa solariega gallega, convertida en hotel monumento que dispone de 9 habitaciones y además villas en el jardín para el resto de los invitados.
Llegamos el viernes a la hora de la comida y me dispuse a colocar todo y arreglarme con un vestido blanco sencillo con torera a juego, un ramo amarillo. Fui a la pelu y me maquillé yo misma. A las 7 nos recogía una limusina blanca enorme tanto a nosotros como a los padres, que no sabían nada. Los invitados que habían ido llegando para la boda que era el sábado también se sorprendían al ver la limusina. Así que allí nos subimos los seis y nos llevaron al Ayuntamiento de la ciudad en plena plaza de María Pita. Desde la limusina vi colgada una pancarta en un puente de entrada a la ciudad que me habían hecho mis amigas.
Seguir leyendo »En el Ayuntamiento la ceremonia fue breve, no obstante, la tenemos grabada porque les pedimos a los fotógrafos que fuesen. Nos regalaron una bandeja de artesanía local. Estábamos un poco tensos porque la limusina tuvo problemas para maniobrar por las calles más céntricas y llegamos un poco tarde por ello, pero como éramos pocos, al final fue todo bien.
Hicimos fotos en los salones más emblemáticos del Ayuntamiento. Íbamos acompañados por personal vestido de gala. Al salir el chófer nos puso la alfombra roja y la botella de champán y brindamos como casados en la propia plaza. Luego en la limusina continuamos el brindis y las demás bebidas con los padres y nos llevaron a dar un paseo por todo el paseo marítimo de la ciudad y los principales miradores. De ahí fuimos a un hotel que hay próximo al castillo de Santa Cruz a cenar. Teníamos mesa reservada con vistas al mar y fue precioso cenar viendo anochecer. Estábamos solos los seis. Tomamos tostas ibéricas, zamburiñas, pescado y carne. Al terminar nos llevaron de vuelta al pazo donde ya habían llegado todos los invitados que se extrañaron de vernos vestidos de novios. Regalé el ramo amarillo a mi prima y tomamos unos refrescos en la terraza chill. Nos fuimos a dormir que al día siguiente esperaba lo mejor.
Tras haber dormido solo cinco horas nos levantamos y bajamos a desayunar los primeros. Al poco llegaron a desayunar los hermanos con los niños y fuimos saludando a los invitados. De ahí nos subimos a la habitación a ensayar bailes y discursos. Luego nos encargamos de llevar a la carpa los regalos de los invitados y de colocar los nombres de los invitados en la iglesia. No paramos de supervisar cada detalle. A las doce no fuimos a duchar y ya empecé con peluquería y maquillaje. Comimos una hamburguesa que me había traído mi padre a la habitación. Era un poco agobiante estar ahí metida preparándome tantas horas. El resto de las invitadas también fueron peinadas y maquilladas en sus habitaciones por un equipo estupendo. Nos habíamos encargado de darle los días anteriores sus timings con horarios y lugares. Los hombres, que tardan menos, compartían risas en el porche y en la acogedora Lareira.
Vinieron los fotógrafos a hacer fotos de mi proceso y de mis complementos inclusive unas perchas con nuestros nombres. Terminé pronto de vestirme y estaba deseando bajar. Mi dama de honor recibió una pulsera que combinaba con mi ramo y también me hice fotos con ella y mi madre en la habitación. Mi madre se bajó con mi suegro, luego bajó el novio a la ceremonia y la última fui yo. Como queríamos que todo saliera bien, cuando los invitados hacían el check-in en el hotel les dieron como punto de encuentro uno de los salones. De ahí ya se fueron todos con ayuda del coordinador que cogimos para el evento a la ermita del propio pazo, que se llama como yo.
Bajé, me hice fotos, la dama me iba colocando la cola. Escuché la música de violín y guitarra que habíamos contratado y al son de mi canción, “Coral Jesús es mi alegría” de Bach entré en la ermita del brazo de mi padre.
Estaba decorada tal y como queríamos: rústica. No había flores sino plantas y pétalos. En los bancos había espigas y tela de saco y las cruces estaban tapadas por ser una ceremonia celta. Los sitios estaban indicados fuera en planos y dentro con post-its de corazón. Teníamos una oficiante que lo hizo estupendamente. Nos dedicamos poemas, los padres dedicaron discursos y nos casaron invocando a todos los elementos celtas. Intercambiamos los anillos. Todo ello bajo la música en directo celta, muy emotivo. Yo no paraba de mirar a todo el mundo y sonreír. Al salir firmamos el acta e hicimos fotos de grupo dentro y fuera. Nos tiraron pétalos y pompas de jabón puesto que cuando los invitados entraban en la iglesia les dimos abanicos para el calor y pomperos en forma de corazón.
Después de eso ellos se fueron a disfrutar del cóctel en la terraza del pazo, con pulpería y cortador de jamón en directo. Les pusieron además salpicón, lomo, solomillitos, empanada de zamburiñas, etc. Todo ello amenizado con música jazz y de películas en directo. Nosotros mientras hicimos las fotos por los jardines del pazo. Hay una piscina con vestuarios de época, pista de padel, campo de futbol, bodega, laberinto, fuentes, hórreo, cruceiro... Y un pozo del amor super lindo. Subí a la habitación para quitarme el velo. Tomamos algo de beber, la maquilladora me retocó a mí y a las invitadas y de ahí se llevaron a los invitados a la carpa.
En el aperitivo teníamos un libro de firmas que era un cofre del tesoro con bolis pollo que luego se llevaron a la carpa. La gente escribía su mensaje y a cambio cogía una chapa con mensaje de la boda. Los invitados se colocaron en las mesas y al son de la canción de Grease entramos y saludamos. Luego hicimos el brindis con la canción de Amelie, con copas personalizadas a mano con nuestro dibujo y nombres. Les regalamos copas personalizadas a los padres, les leímos un discurso y brindamos con ellos con espumoso gallego. De ahí con la canción “Te amaré” de Baute, cortamos la tarta que era de fondant a juego con mi vestido. La figurita era personalizada, igual a nosotros. Luego empezamos a cenar.
Las mesas estaban decoradas con elementos marinos y cada una llevaba por nombre un plato de cocina gallega con la receta por detrás. Los invitados tenían encima tarjetas de agradecimiento y las minutas. Tomamos centollo, langostinos y cigalas, pero como a los novios no les gusta el marisco pedimos tortilla de betanzos. Luego había merluza del pincho y jarrete de ternera gallega. Llegó el sorbete de cava y sonó “Anduriña” de Juan Pardo. Le regalé entonces a mi abuela una réplica de mi ramo que era preservado y un discurso y se emocionó, ¡todos lloraban! A Alex, el coordinador, también le dimos un detalle. Tomamos el sorbete y trajeron la tarta cortada. Fue el momento en el que al son de canciones escogidas especialmente les di una figurita de novios a nuestros mejores amigos de Madrid; otra a una de mis mejores amigas, que tiene novio; otra a mi abuelo, que se emocionó y por último la liga a mi amiga de la infancia.
Después de eso trajeron los dulces de sobremesa que eran fresas con chocolate, tejas, filloas y piruletas de chocolate. Café de pota y chupitos y licores. En ese momento fuimos por las mesas dando pocillos personalizados para la queimada a cada invitado y a los niños unas pinturas con imán, todo personalizado. Hicimos fotos por las mesas. Al terminar entró un actor que invitó a la gente a salir al porche donde tenían humo y música de misterio. Dos actores disfrazados comenzaron con el conxuro de la queimada. Gustó mucho. Al terminar la gente se quedó tomándola en la zona chill out al son de música gallega.
Al entrar con una canción de Shania Twain y mis amigas, me dispuse a lanzar el ramo, pero al final se lo di a una amiga de la carrera que vino desde Barcelona, era de chuches, pero combinaba con el mío. Después fue el vals de apertura (canción de Yiruma remezclada con Benny Hill). Hicimos coreografía. A continuación, Ghost para los padres. Y de ahí la fiesta.
En la fiesta los fotógrafos crearon un set de entrevistas para los invitados donde grababan vídeos. Para los bailones había zapatillas para cambiarse y bailar, barra libre con chuches y saladitos, cotillón... Y para los que no contratamos un caricaturista que hacía caricaturas al momento en papel con nuestros nombres. Pusimos además un photobooth para la que la gente se hiciese fotos divertidas. Les dimos a los invitados bolsas para guardar todo y conxuros de la queimada para que se llevasen de recuerdo. También pusimos recena con arroz con leche, bocadillos y brochetas de fruta. Bailaron varias horas y se fueron todos contentos. En el baño pusimos cestos por si hacían falta con colonia, cepillos, tiritas... De todo, gustaron mucho.
Mis amigas me regalaron una caja con sobres de cada invitado con deseos, una para cada semana del año y tendré que ir abriéndolas hasta el primer aniversario, fue muy bonito. Todo salió perfecto. Fue la boda soñada por cualquiera, pero también es verdad que trabajamos duro para ello.
Al día siguiente domingo, desayunamos con los invitados y los despedimos. Nosotros nos quedamos recogiendo, descansado y disfrutando de la piscina un día más. Gracias.
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