La boda de Borja y Victoria en La Barca De La Florida, Cádiz
Elegantes Verano Rojo 3 profesionales
B&V
04 Jun, 2016El día de nuestra boda
Nos casamos de tarde, a las 18:30 en la iglesia de mi pueblo, la que me vio bautizarme y hacer la comunión.
Fue una mañana tranquila, con conversaciones continuas con mi madre y con mil y una llamadas de mi tata. Cuando terminé de almorzar, poco a poco fui consciente de que se acercaba el gran momento.
Cuando llegaron la peluquera y la maquilladora, me dejé llevar e hicieron todo lo que habíamos acordado en los días previos, pero no solo eso, lograron superarse y terminaron un trabajo digno de valorar y agradecer. Son grandes profesionales. Mi amiga María me acompañó en todo momento y la hice partícipe de todos aquellos detalles que se quedan grabados en la retina para siempre: fue testigo incondicional tanto de mi futuro marido como mío, y su sonrisa a medio gas, mezclada con emoción contenida, fue protagonista en todo momento.
Ya estaba preparada para poder vestirme, mi hermana quería ser partícipe de este momento, pero sus nervios y su ilusión desenfrenada no la dejaron actuar como ella quisiera. Así que vinieron mis sobrinas y mi gran amiga Casti a terminar de vestirme. Mi peluquera terminó su trabajo colocándome el velo, que fue el toque final a mi vestido.
Seguir leyendo »Estaba muy nerviosa en ese momento, porque escuché de fondo las risas nerviosas de mis mejores amigas, aquellas que han estado en todas mis vivencias desde adolescente hasta el día de hoy. "Temía" verlas, mirar sus rostros de alegría y emoción contenida. Y allí llegaron, con sus vestidos rojos.
Me dejé llevar por completo por mis diez damas de honor, amigas y sobrinas, qué mejor elección para este día. Todo fluyó sin necesidad de ensayos ni de instrucciones. Llegamos a la iglesia atravesando la calle que me vio crecer, del brazo del padre que me dio todos los valores que poseo.
Me entraron cosquillas por todo el cuerpo, entré en la iglesia viendo pero solo mirándolo a él, a la persona que me estaba esperando con los mayores deseos. Y allí me recibió con su sonrisa y su carita de nerviosismo, no supimos qué hacer y fue el cura el que tuvo que guiarnos a nuestros lugares dentro del altar.
Elegimos una ceremonia de cara a nuestra gran familia: padres, hermanos, cuñados, sobrinos, tíos, primos, amigos y sus parejas. Todo como habíamos soñado. Cuando subimos al altar, allí estaban esperándonos dos personitas con nervios de primerizas en la profesión, ansiosas de vivir este gran día, de poner en sus manos la voz del matrimonio y de hacer entender a mi Borja todo aquello que acontecía en el altar y en la iglesia. Mi amiga Merce y mi sobrina Laura me acompañaron también en el altar, con la entrega de anillos y de las arras, no podrían haber sido otras personas.
El cura nos dio la bendición de Dios y ya éramos marido y mujer, un beso tímido fue lo que culminó esta unión. El aplauso sonoro y las manos alzadas indicaban el final de la ceremonia. Pero aún faltaba la dedicatoria de mis grandes amigas, a todos los años de amistad y un sinfín de aventuras y experiencias vividas desde nuestros años de secundaria. Mi abanico, regalado por Mª Jesús, se puso en acción, no podía contener mi emoción por las palabras sinceras y entregadas de mis amigas, Maria Jose y Miri.
Ya no había ninguna palabra más. Pero todos los rostros de todos los asistentes, me devolvían cómplices sonrisas que me hacían sentir muy bien.
Todo esto fue el principio de una gran fiesta que vivimos todos juntos y que se pasó tan rápido que no quería que terminase. Pero todo tiene un final y, como en los cuentos, un final feliz. La felicidad de mi marido y la mía.
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