La boda de Antonio y Lorena en Valladolid, Valladolid

No podría haber sido mejor ni más conmovedor. Ariane nos abrió su corazón por la mitad como una nuez, dejando ver la esencia. Emma destacó la felicidad que le produce vernos juntos tan compenetrados y lo importante que es cultivar la felicidad. Y Ana nos habló de la fuerza y la fe de mi esposa, Lorena, y la recompensa por el amor. Los invitados que no lloran, lloraron como nunca en ese instante, mientras yo hacía todo lo posible por contener la emoción, aunque ya tenía el corazón en el puño de felicidad.

Sin la presencia de mis abuelos, que lo llena todo y lo hace mejor, no habría sido un día feliz. Doy gracias por sus vidas y por la amabilidad con que han sido tratados, especialmente por parte de los camareros y responsables del salón hasta el último momento. Así que solo podemos dar las gracias por la intimidad y el amor que se respiró allí, gracias a nuestras familias y amigos más queridos, que nos han bendecido con su amor más sincero, el amor que cada vez es menos visible en la vida ordinaria.

La sesión de vídeo y de fotos, tanto con profesionales de la talla de Raúl Villaran y Pepi, como con la familia, que ese día parecían llevar dos o tres móviles por persona, fue agotadora y nos dejó prácticamente exhaustos. Yo soñaba con desplomarme en la cama y despertar en la luna de miel.

Así que nos perdimos la mayor parte del cóctel, pero los invitados nos hicieron saber con inusual insistencia que estaban comiendo los canapés más deliciosos que han probado jamás, igual que luego dirían del menú que habíamos escogido. El corte del jamón de bellota, sin palabras, el canapé de salmón con nuestra foto, un éxito, la croqueta de jamón y las rabas, exquisitas.

Después de un banquete tranquilo, con algunas intervenciones por parte de la familia, en el que todos disfrutaban de la conversación con una gran sonrisa y cierto gozo en sus miradas, pasamos a la pista de baile, donde nos esperaban para dar comienzo con el vals de los novios. Las tres horas de baile fueron más que suficientes para encontrar a todo el mundo animado y feliz y disfrutar improvisadamente del baile, recordando momentos con viejos amigos junto a nuestras familias. Un día inolvidable. Sin ti, Lorena, no habría sido posible, la luz que acompaña mi vida con una brillante sonrisa que nunca se apaga. Gracias por existir.