La boda de Andrei y Silvia en Santander, Cantabria
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A&S
21 Sep, 2012El día de nuestra boda
¡Fue una boda como la habíamos soñado!
Nos hizo un día de sol de los que no se ven a menudo en Santander y gracias a ello pudimos disfrutar de la finca que habíamos contratado para el banquete.
Ya que vivimos y trabajamos los dos en el extranjero, la habíamos planeado todo a distancia con ayuda de la familia y amigos. Pero a pesar de la distancia había algo que no queríamos pasar por alto, queríamos una boda que representase nuestra personalidad y nuestros gustos. Gracias a nuestro gran amigo Internet, pedimos todos los detalles de boda, los adornos, la decoración desde nuestra casa en el extranjero y solo tuvimos que ir dos días antes al restaurante a colocarlo todo a nuestro gusto. El resultado fue una boda sencilla, sin etiqueta pero muy personal y sobre todo ¡muy muy divertida!
A todo esto hay que decir que somos una pareja muy peculiar, cada uno de un país y muy internacionales. Nuestros invitados eran de Francia, Bélgica, Inglaterra, Japón, Rumania, Polonia y, por supuesto, España. Sin embargo, a pesar de la mezcla de nacionalidades y de idiomas, se llevaron todos muy bien y hasta se crearon nuevas amistades entre los invitados. Al ser una boda muy pequeña, de unos 50 invitados, tuvimos tiempo de charlar con todos los invitados y prestarles atención ya que a algunos de nuestros amigos no les habíamos visto desde hacía mucho tiempo.
Seguir leyendo »Otro detalle importante es que me casé con un vestido sedoso de mi color favorito, ¡el naranja!
Nos casamos en el Palacio de la Magdalena, con unas vistas al mar increíbles. Nada más terminar la ceremonia salimos todos a hacernos las esperadas fotos de familia. Fotos con fondo azul marino, peinados revueltos por la brisa marina y gracias a un fotógrafo excepcional tenemos unas fotos divertidas y muy originales.
Al llegar a la finca, los canapés y el vino fresquito nos esperaban en el jardín y una tuna entretuvo a los invitados. El jardín nos había quedado precioso, habíamos colocado farolillos de colores y velas, que dieron mucho color por el día y una iluminación romántica por la noche. En las mesas habíamos puesto velitas, confeti de corazoncitos y en cada mesa un centro de flores silvestres. Todo muy campestre.
La comida se desarrolló a la perfección aunque estábamos tan nerviosos que apenas teníamos hambre. Sin embargo, la comida estaba tan deliciosa que nos acabamos nuestros platos. Y casi sin darnos cuenta ya era la hora del baile. En ese momento el novio se levantó de la mesa y nos pidió que saliéramos al jardín. Cuando salimos estaba ya oscuro y casi más de un invitado se nos cae al suelo. Imaginaos llevar a los abuelos por la noche por un terreno desigual sin tener ni idea de a dónde íbamos. Y cuando ya se me habían pasado por la cabeza todas las locuras que se le podrían haber ocurrido a mi hombre, de repente empezaron a estallar fuegos artificiales ante el asombro de todos los invitados y de mí misma. Fue la sorpresa más bonita que me habían hecho en la vida.
Creo que lo más bonito de esta boda fueron las sorpresas. Cada miembro de mi familia había contribuido con algo y le había dado un toque especial y personal a la boda: etiquetas para las botellas de vino hechas por mi tía, pompas de jabón a la salida idea de mi madre, farolillos que vuelan de parte de mi hermana, los centros de flores elegidos por mi tía, etc. ¡Esos fueron los regalos más bonitos y más personales y lo que hizo de mi boda un éxito!
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