La boda de Silvia y Jorge en Cee, A Coruña
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S&J
03 Ago, 2013El día de nuestra boda
El inicio del camino hacia el día más especial de nuestras vidas tuvo comienzo el 18 de septiembre del 2010, en el mismo lugar donde casi 3 años después nos dimos el, "Sí quiero".
Era la boda de mi prima, sobre las doce de la noche, o quizás ya un poco más tarde, el caso es que ya estábamos con la barra libre y Jorge y yo nos fuimos afuera a tomar un poco el aire. Estando allí fuera, a la luz de la luna, Jorge me miró y de pronto me preguntó: "¿Quieres casarte conmigo?". Yo sorprendida me quedé mirándolo y solamente pude decirle, "¿Lo dices en serio, o es que simplemente estás borracho?". Ja, ja, ja sí sí, así mismo le dije. A lo que él me contestó que iba totalmente en serio, que no era para casarnos ya, pero sí que le gustaría prometerse conmigo y luego, ya veríamos con el tiempo para cuando poner fecha.
Yo seguía sorprendida, entonces Jorge me saco la alianza que llevamos de novios, se arrodilló y me lo volvió a preguntar: "¿Quieres casarte contigo?", y yo emocionada y al mismo tiempo un tanto avergonzada, porque no quería que lo vieran todos de rodillas allí fuera, le pedí que se levantara y le respondí: "¡Claro que quiero!".
Seguir leyendo »En mi pedida no hubo anillo de compromiso, pero no me importa porque tampoco soy de diamantes. Pero el lunes después de la boda fuimos hasta la joyería y le pedimos al joyero que nos grabara la fecha de nuestro compromiso en nuestros anillos de novios, que ya llevaban la fecha de cuando empezó nuestra relación. Para mí ya es suficiente como anillo de compromiso. Pues bien, la cosa quedó así y realmente nadie sabía que estábamos prometidos, era algo entre él y yo.
Por circunstancias, en febrero del 2012 decidimos emigrar a Suiza y no nos fue mal. Jorge encontró trabajo muy pronto, pero yo no tuve la misma suerte. Informándonos un poco nos enteramos de que si estuviéramos casados él podría solicitar que me dieran permiso para quedarme con él, y quizás con el permiso ya en regla encontraría más fácilmente trabajo. Por eso lo hablamos mucho, incluso con mi madre y así por agosto decidimos preparar todo para casarnos. Le pedimos a mi madre que nos fuera pidiendo ya los papeles para empezar con los trámites, ya que en septiembre teníamos pensado ir unos días hasta España y queríamos dejarlos ya rellenados y firmados para que mi madre pudiera entregarlos y empezaran con el papeleo lo antes posible.
Pero el caso es que a nuestros padres les contamos que solamente queríamos formalizar nuestra relación, firmando en el Ayuntamiento y sin celebraciones, porque solo lo hacíamos por los papeles. Pero lo que ellos no sabían era que ya estábamos mirando algún lugar donde poder celebrar nuestra unión. Nos pusimos manos a la obra buscando el lugar, pidiendo presupuestos de las flores, dj’s y mirando algún modelo de vestido.
Yo tenía muy clara una cosa, y es que quería una ceremonia sencilla pero especial, en algún lugar al aire libre, por lo que buscábamos algún restaurante cerca de nuestra zona que celebrara ceremonias en sus jardines. Así fue como dimos con el lugar donde hacía unos años nos prometimos, el Complejo Restaurante Aldeola, en Malpica. Era el único cercano y que celebraba las ceremonias y la verdad es que nos quedó claro que tenía que ser allí. Nos pusimos en contacto con ellos y fijamos una cita para septiembre.
Y así en septiembre decidimos fecha, tratamos el presupuesto y firmamos el contrato con el restaurante. Además, dejamos ya todos los papeles listos para entregar en el Ayuntamiento, para que así en Navidades estuviera todo listo para poder elegir la fecha. A la vuelta de esos días que pasamos en España, con la fecha de la boda ya marcada, nos pusimos con la lista de invitados y las invitaciones.
El 22 de diciembre fue el gran día de dar la noticia en nuestras casas. Nada más llegar del viaje paramos en casa de los padres de Jorge y entregándoles la invitación les dimos la noticia. Se lo tomaron genial y luego nos fuimos para la mía. Después de todos los abrazos y besos de la bienvenida sacamos la invitación y de la misma forma les dimos la noticia. Se alegraron, aunque mi padre, creía que al ser una boda civil, que se haría en el Ayuntamiento y no le entusiasmaba porque lo veía como una ceremonia muy fría. Pero al explicarle que haríamos nuestra ceremonia, aunque simbólica, en el restaurante y que iría con mi vestido de novia y que entraría de su brazo, el hombre se alegró más.
Durante esas tres semanas que pasamos en casa, además de celebrar las fiestas en familia, las pasamos entregando las invitaciones. Jorge se compró el traje y yo encontré el vestido con el que quería dar el, “Sí quiero” delante de todos nuestros familiares y amigos. Además contratamos flores y también la dj.
A la vuelta de las vacaciones mientras Jorge trabajaba yo me seguía dedicando a los demás detalles de la boda: la lista de las canciones, el bus, detalles para invitados y demás con muchísima ilusión.
Llegamos a España, a nuestra casa y solamente teníamos dos semanas por delante antes del gran día. Aunque teníamos un poco de estrés por los últimos detalles todavía teníamos que elegir el menú, hacer la prueba del mismo y yo todavía tenía que hacer una prueba de vestido. Intentamos disfrutar de esos días con los amigos y la familia, además de disfrutar de nuestras despedidas de solteros.
Y finalmente, llegó el día…
El sábado nos levantamos temprano y con energía. Nos preparamos un buen desayuno y nos duchamos. Luego Jorge me dejó en la peluquería y se fue para la casa de sus padres, donde se vestiría más tarde.
Al salir de la peluquería me recogió mi madre y como la boda era de tarde todavía tuve tiempo de relajarme un poco y comer algo ligero. Empezaron a llegar algunos familiares y me fui a vestir con la ayuda de mi madre y mi mejor amiga. En ese mismo momento llegó el fotógrafo que aprovechó que todavía no tenía el vestido puesto, para hacerle unas fotos.
Y por fin, después de todas las fotos que me hizo el fotógrafo y de las hechas con los familiares, llegó el momento de subirme al coche y salir rumbo al restaurante.
La verdad es que durante todo el día, incluido el trayecto hacía el restaurante, lo lleve bien, sin nervios ni nada similar, pero en el momento de llegar allí y esperar a que me dieran paso para hacer mi entrada, los nervios llegaron.
No puedo explicar con palabras lo que sentí en el momento en el que mi padre me abrió la puerta del coche y la música de entrada comenzó a sonar. Fue algo mágico que al mismo tiempo se juntaba con los nervios. Tenía las sensaciones a flor de piel y en el momento de coger a mi padre del brazo y pisar la alfombre roja que había a la entrada del jardín y ver como todos nos miraban, casi me emociono.
Pero intenté no mirar a nadie más que a mi futuro marido que me miraba con la cara iluminada al fondo del camino. Al llegar junto a él nos sonreímos y él me dio dos besos en las mejillas. Fue sencillamente fantástico y romantiquísimo.
La ceremonia era muy sencilla, pero cargada de emociones. Después de la lectura oficial del teniente alcalde que nos oficiaba la ceremonia llegaron las lecturas de los amigos y familiares. Fueron todas las lecturas tan bonitas que llegué a un punto en el que me emocioné tanto que no pude contener las lágrimas, y cada vez que lo recuerdo me vuelvo a emocionar de la misma forma.
Luego hicimos la ceremonia de la arena mientras de fondo una prima de Jorge nos leía un texto sobre el significado de esa ceremonia, un texto muy bonito también. Fue un momento muy especial y la arena la tenemos como recuerdo. Después llegó el momento mágico del sí quiero y del intercambio de los anillos, el momento quizás más especial y más esperado.
Todo el mundo se puso en pie y nos aplaudió y nuestros amigos tenían preparados unos tubos de confeti que hicieron explotar al final de la ceremonia. La verdad es que fue todo super sencillo, por lo que para mí así fue sencillamente perfecto.
Los del restaurante nos trajeron unas copas de cava para brindar y ya todo el mundo se acercaba para felicitarnos. Después de nuestro primer brindis al final de la ceremonia, pasamos a hacernos las fotos con todo el mundo. Al terminar, pasaron todos a la zona que había preparada en el jardín con los pinchos y mientras nosotros seguimos con el fotógrafo para hacer alguna foto más. Después un primo mío tenía ganas de que nos hicieran una foto a los novios con todos mis primos hermanos que estaban presentes en la boda.
Finalmente también nosotros pudimos ir a probar esos riquísimos pinchos y estar un rato con los nuestros, hasta el momento de pasar al banquete. El maître hizo pasar a todo el mundo al comedor, y después de un rato, cuando ya todos estaban acomodados, empezó a sonar nuestra canción de entrada. De nuevo los nervios y la emoción recorrieron mi cuerpo de arriba abajo. La canción era la de “Infinity” de Guru Josh, y en el momento en el que el ritmo empieza a subir fue cuando entramos y en ese mismo instante todo el mundo se puso en pie, aplaudiendo y algunos agitando la servilleta.
Volvimos a brindar e hicimos el corte de la tarta para las fotos. A partir de ahí la cosa se tranquilizó un poco durante el banquete, aunque tampoco demasiado. Hicimos una mesa solo para la juventud: los mejores amigos de mi marido, mi hermano, mis primos y la novia de uno de ellos y mi mejor amiga. Ellos solos hacían una fiesta enorme, contando chistes, cantando y bailando con cada canción que ponía la DJ entre plato y plato.
Además, uno de los mejores amigos de mi marido nos tenía una sorpresa preparada. Una actuación. A él le encanta bailar y cantar y se disfrazó de King África. Nos hizo reír y bailar y a todos les encanto, incluso a los más mayores. Disfrutamos como enanos y la verdad es que fue un sorpresón.
Al acabar de comer, antes del postre, decidimos hacer la entrega del ramo, que lo tenía reservado para una de mis primas, que la doro y es más que una prima, es casi mi hermana. Con una canción especial, en la que la letra refleja exactamente nuestra relación, ese momento se convirtió en un momento muy emotivo, las dos nos emocionamos mucho y rompimos a llorar. Fue muy especial.
Y de un momento emotivo pasamos a un momento divertido, pues justo después de la entrega del ramo decidí entregar también la liga. Se la entregué a mi mejor amiga, el caso es que tenía decidido dársela a ella, pero no me había planteado el cómo hacerlo por lo que con la ayuda de la DJ y mi marido fue algo muy improvisado y la verdad es que quedó un momento muy divertido y anecdótico.
Después de tanta emoción y tantas risas nos tomamos un respiro para comer el postre y al acabar Jorge y yo abrimos el baile. Nuestro primer baile sorprendió a todo el mundo ya que la gente se esperaba un baile lento agarrado, y nosotros escogimos la canción “El amor” de Tito el Bambino que empieza lenta y de pronto cambia de ritmo y nos marcamos un baile marchoso, que nadie se esperaba. Les encanto a todos.
Y que más contar, que a partir de ahí: café, barra libre, photocall con sus pelucas, sombreros, etc. Y mucha música, mucho baile y mucha fiesta.
Fue el día más feliz de mi vida, lo disfruté al máximo y como una enana. Aunque es difícil os recomiendo que intentéis estar lo más tranquilas posibles, fuera nervios, y así podréis disfrutar de cada uno de los momentos de ese día y no os perderéis nada.
Por cierto, todavía no tenemos las fotos del fotógrafo, por lo que estas son las que nos sacaron nuestros amigos, como comprobaréis por la calidad.
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