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Bodas

¿Estamos preparados para casarnos?

Antes de tomar la decisión de casaros hay algunas cuestiones que deberíais plantearos para saber si es el momento más apropiado. Ricky Romero os da las preguntas indispensables que debéis tener claras para dar el gran paso.

En ocasiones, las bodas crean el llamado efecto rebote. Es decir, se casa mi amiga y, de golpe y porrazo, a mí me entran unas ganas locas de casarme. Son varios los factores que influyen en este fenómeno: que la boda a la que asisto me ha encantado, que la novia me ha dicho que no hay para tanto en cuanto a gastos se refiere, que como se ha casado mi amiga (que tiene mi misma edad) a mí ya me iría tocando… Y así un largo etcétera. Sin embargo, huelga decir que no hay dos casos iguales. Casarse no es ninguna broma. Y, en ese sentido, hay que hacerse una serie de preguntas para determinar si estamos preparados para casarnos. Aquí os dejo tres de ellas.

¿Es mi pareja la persona adecuada?

La etapa de noviazgo sirve, en parte, para dar respuesta a esa pregunta. Con los años irás viendo si tu pareja es seria, responsable, madura, fiel, honesta… Si tenéis la posibilidad convivir antes de casaros, ello os ayudará a conoceros más y mejor. Es importante tener constancia de los defectos de cada uno y ver si estáis dispuestos a aceptarlos en el tiempo. Y, sobre todo, pensad en algo clave: esa persona debe ser para toda la vida. Tenéis que haceros a la idea de que no habrá ningún otro hombre o mujer (a menos que seáis un matrimonio abierto) en vuestras vidas. 

¿Somos lo suficiente maduros?

El matrimonio trae consigo un montón de responsabilidades: familiares, económicas, afectivas… Al primer problema más o menos serio o a la primera crisis matrimonial no se puede salir corriendo sin más. Como matrimonio tenéis la obligación y la responsabilidad de hacer todo cuanto esté en vuestras manos para conservarlo y mantenerlo vivo. 

¿Somos económicamente independientes?

Con el amor debería bastar para casarse. Pero, lamentablemente, nos quedamos cortos solamente con eso. Necesitamos dinero, es decir, trabajos más o menos estables e ingresos regulares que nos permitan hacer frente a los gastos derivados de la vida en común: alquileres, hipotecas, seguros, colegios (si hay niños) y así un largo etcétera.